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25 de noviembre de 2011
Aves en viaje.
Vi trazos, sombras, ángulos
quejidos y gritos de aves.
Poema en su viaje sagrado.
Voz feroz de las aguas.
Pequeños destellos
de una Estrella Mayor.
Este pequeño texto está provocado por Pablo Neruda en:
MIGRACIÓN
TODO el día una línea y otra línea,
un escuadrón de plumas,
un navío
palpitaba en el aire,
atravesaba
el pequeño infinito
de la ventana desde donde busco,
interrogo, trabajo, acecho, aguardo.
La torre de la arena
y el espacio marino
se unen allí, resuelven
el canto, el movimiento.
Encima se abre el cielo.
Entonces así fue: rectas, agudas,
palpitantes, pasaron
hacia dónde? Hacia el Norte, hacia el Oeste,
hacia la claridad,
hacía la estrella,
hacia el peñón de soledad y sal
donde el mar desbarata sus relojes.
Era un ángulo de aves
dirigidas
aquella latitud de hierro y nieve
que avanzaba
sin tregua
en su camino rectilíneo:
era la devorante rectitud
de una flecha evidente,
los números del cielo que viajaban
a procrear formados
por imperioso amor y geometría.
Yo me empeñé en mirar hasta perder
los ojos y no he visto
sino el orden del vuelo,
la multitud del ala contra el viento:
vi la serenidad multiplicada
por aquel hemisferio transparente
cruzado por la oscura decisión
de aquellas aves en el firmamento.
No vi sino el camino.
Todo siguió celeste.
Pero en la muchedumbre de las aves
rectas a su destino
una bandada y otra dibujaban
victorias
triangulares
unidas por la voz de un solo vuelo,
por la unidad del fuego,
por la sangre,
por la sed, por el hambre,
por el frío,
por el precario día que lloraba
antes de ser tragado por la noche,
por la erótica urgencia de la vida:
la unidad de los pájaros
volaba
hacia las desdentadas costas negras,
peñascos muertos, islas amarillas,
donde el sol dura más que su jornada
y en el cálido mar se desarrolla
el pabellón plural de las sardinas.
En la piedra asaltada
por los pájaros
se adelantó el secreto:
piedra, humedad, estiércol, soledad,
fermentarán y bajo el sol sangriento
nacerán arenosas criaturas
que alguna vez regresarán volando
hacia la huracanada luz del frío,
hacia los pies antárticos de Chile.
Ahora cruzan, pueblan la distancia
moviendo apenas en la luz las alas
como si en un latido las unieran,
vuelan sin desprenderse
del cuerpo
migratorio
que en tierra se divide
y se dispersa.
Sobre el agua, en el aire,
el ave innumerable va volando,
la embarcación es una,
la nave transparente
construye la unidad con tantas alas,
con tantos ojos hacia el mar abiertos
que es una sola paz la que atraviesa
y sólo un ala inmensa se desplaza.
Ave del mar, espuma migratoria,
ala del Sur, del Norte, ala de ola,
racimo desplegado por el vuelo,
multiplicado corazón hambriento,
llegarás, ave grande, a desgranar
el collar de los huevos delicados
que empolla el viento y nutren las arenas
hasta que un nuevo vuelo multiplica
otra vez vida, muerte, desarrollo,
gritos mojados, caluroso estiércol,
y otra vez a nacer, a partir, lejos
del páramo y hacia otro páramo.
Lejos
de aquel silencio, huid, aves del frío
hacia un vasto silencio rocalloso
y desde el nido hasta el errante número,
flechas del mar, dejadme
la húmeda gloria del transcurso,
la permanencia insigne de las plumas
que nacen, mueren, duran y palpitan
creando pez a pez su larga espada,
crueldad contra crueldad la propia luz
y a contraviento y contramar, la vida.
15 de abril de 2010
Beatriz State, Remedios Varo y las amigas que estaban en el sueño.
Beatriz me habló de Remedios Varo,
la mujer saliendo del psicoanálisis,
la arquitectura en sus cuadros,
la sabia búho que crea las aves
con música del espíritu
y rayos de estrellas.
Me habló de su última visita a México,
de una casa invadida por los mapaches,
de la estética y la belleza,
las propiedades de la mirada,
la proporción áurea,
los escasos triángulos en los cuadros.
Me contó de sus tres amigas de infancia,
de su encuentro con María obrera,
una piscina en el borde del mar,
sus conversaciones con las aves,
los muebles en la casa de Matías,
la Pasión según San Mateo,
Jesús en el templo,
la música naciendo
en la cabeza de Bach,
la música emocionando a su hijo,
las ballenas jugando con sus crías,
los guardias de un museo
en Nueva York.
Ahora escribo y me da un tremendo
escalofrío, tirito
y una ola de la mente me recorre.
Recuerdo mi sueño del verano,
Beatriz junto al cuaderno
con los rostros de su amigas,
los colores ocres de los cuadros de Remedios.
En la imagen, "La creación de las aves", de Remedios Varo.
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