23 de mayo de 2011

El viaje de la Escuela de Derecho en sus Cien Años.

Victorio Pescio Vargas

Carlos León

Mauricio Redolés



Primera Parte
La Partida. Los indecisos. La Recepción. El Limbo.

En sus cien años, la Escuela de Derecho ha liberado amarras.
Sus amplios ventanales reciben bendiciones de la espuma,
las aguas del océano muestran su riqueza de lobos y delfines,
mientras la güiña, el pangue y la loba,
nos miran con su rostro sin tiempo.

Victorio Pescio, Carlos León y Mauricio Redolés,
son los guías de este viaje más allá del Aqueronte,
límite universal de toda pena,
pozo en que se ahoga la esperanza.

Luego del crepúsculo,
justo al traspasar esa frontera,
un tercio de los tripulantes dejó
aquella nave de esculturas y teatros
para seguir una hipnótica bandera vacía,
mientras helicópteros
y blindados armados de gas
los bañaban una y otra vez
con bombas de llanto y risa,
sobre una mesa de billar
cubierta de gusanos.

Eran los indiferentes,
los centrados en su tierra,
sus libros, sus despachos,
su pequeña esfera de vida.

Al resto,
Caronte y Horacio Navarro,
nos recibieron con champaña y flores,
bajo el amparo de las delicadas notas
Gymnopédicas.

El profesor Navarro nos explicó,
que por lustros estuvo a cargo
de la primera clase a los mechones,
encargándose con gran aplomo,
de defender al dinero
como primer  motivo
para estudiar jurisprudencia.

Ahora su tarea infinita
es recibir a las antiguas promociones
que traspasan el umbral de la esperanza,
para insistirles que la pureza de la virtud,
es la única riqueza que merece llamarse humana.

Tras un horrible terremoto
que respetó los cuadros de Camilo Mori,
nuestra nave
comenzó a descender
por los círculos justicieros
de aquellos Reinos.

En el Limbo nos sacamos fotos
con los juristas romanos,
con Adriano y los Gracos.
Nos preguntaron por la esclavitud,
las modernas Repúblicas,
el nuevo rol de la mujer.

Elogiaron el matrimonio gay
como hito de todas las igualdades
y por un segundo
desearon conocer nuestro siglo.

Conversamos sobre aborto,
infanticidio,
tipos penales, letras de cambio.
Les enseñamos a jugar ajedrez,
les regalamos un piano y
una conexión a internet.

Homero nos relató un pasaje
perdido de su Odisea.
Eduardo de la Barra
y Antonio Pedrals
lloraron de alegría.






Las imágenes provienen de http://www.wikipedia.org/ , http://www.escritores.cl/ y http://www.unabellezanueva.org/

5 comentarios:

Vestal dijo...

Mauricio Redolés?

Gonzalo Villar Bordones dijo...

Mechón en 1973.

Vestal dijo...

misch... y duró menos que un candy? Hasta septiembre maximo octubre de ese año me imagino

Gonzalo Villar Bordones dijo...

Pasó directo a la Cárcel Pública de Valparaíso y allí comenzó a escribir.

Vestal dijo...

y de ahi se fue al exilio ....

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