Siempre seré hoy
Porque así aprendo a volar
Me quedo en el corazón de los abrazos
Los tramos que conducen al sol
Mi abrazo con Carlos Salazar
Siempre seré hoy
Porque así aprendo a volar
Me quedo en el corazón de los abrazos
Los tramos que conducen al sol
Mi abrazo con Carlos Salazar
Apunto la mirada al silencio
Al espacio de lo nuestro
El ímpetu de la lluvia contra el cemento
Los trabajos del árbol por crecer
Los cuidados del sol hacia el bosque
Hoy daré cien abrazos
Antes y después del pijama
A la hora de almuerzo
Justo, tras la señal de la paz
No quepo en las horas
Ni siquiera en los años que me prestó el silencio
No quepo en el tiempo
Estoy acurrucado en la luz
Me espero a mi mismo y no llego
Estoy aún en un tren lejano
Mis alas están aún plegadas
Los patines duermen en mi bolso
Hugo Riveros Gómez
Hermano de Guillermo Riveros Gómez
Logia Aurora, Valparaíso
“Ya vendrá el día en que hablemos
de la luz”
Miguel Riveros Silva, su hijo
Rostros asesinos
dibujó en su alma
Intramuros del Cuartel
Borgoño
Aquella intensa
presencia del mal
El año y la hora degollando
al sol
Verano de 1981
Sobrevivió para
registrar las sombras
Volcarlas en cuadernos
de combate
Remitirlos a grupos de
resistencia exterior
Insistiendo en exponer
su vida
La amplitud de su espíritu
El poder intenso de su
luz
Descubierto en su
arte-coraje
En julio ocho
Volvió a ser
secuestrado
y lo arrastraron a la
montaña silente
para ocho veces
apuñalarlo en su centro
Aquel corazón de luz
El punto que esperaba
al compás
Hugo abrió los ojos en
la conciencia de su hijo
En la marcha recta de sus
hermanos
Vuelo eterno de su obra
Aquella plaza de Chile
que hoy luce el poder
de su nombre
Su energía impulsa
Escuelas de Arte
Se admira allí la
belleza de su gesto
Su poema del ser
Voluntad profunda de
tejer auroras
Talar cobardías
Abrir Alamedas
Gestar la patria de lo
humano
Triunfo del amor y la
luz
Acepto que mi alma figura en las estrellas
En este corazón de sangre
En el viaje sagrado del pensamiento
Carolita, me haces disfrutar la existencia
Persistir en lo humano
Los dominios de el espíritu
Aquel prodigio estelar
que otros llamamos conciencia
Gonzalo, busca la música en tu alma
Está vibrando desde siempre
Te conduce al cielo más alto
El plano del Amor y la Luz
Feliz día Gonzalo
Vas dando pasos en el camino
Siguiendo la ruta de tus ancestros
Creando y defendiendo la luz
En las cercanías de Alejandría
La ciudad va surgiendo desde el fondo del amar
Emerge el Almacén de la Lora
Las altas torres de la Aduana
Nuestra Fuente de Neptuno
Las del cementerio de disidentes
Tiempo le pido a las estrellas
Un lugar para mi palabra
El aliento del sol en mi rostro
La lluvia que premia el silencio
Pido tu cabeza de nubes
Las mañanas que pesan en tu cuerpo
El latido frío de una rana
el hacer y deshacer de la lluvia
Creo ser de carne y hueso
pero en realidad soy de luz
música cruzando horizontes
gota del sol
flujo constante del amor
No tengo guerra en mi alma
pero tampoco intensa paz
hay disparos cayendo en mi jardín
y memorias de suplicios
heridas intensas
en las siete almas de Chile
Buen día para despertar querido Tito
Tal vez caminar bajo leve llovizna
Rozar alegrías de tu esposa
Crear un poema para Maite
Aceptar el agua y la música
Leer testamentos del aire
Borrar las sombras de la tarde
Caminar hasta el techo del mundo
Tantas veces mi tata
caminando sobre Valparaíso
hundiendo sus zapatos de gigante
sobre la brumosa realidad de las nubes
Hay mañanas en que caminamos hasta Copiapó
y vemos a su pares cosechar tomates
sandías enormes
a menudo más altas que un hombre
con semillas que parecen platos de maderas
o escudos de guerreros aztecas
A veces nadamos en lagunas
creadas con jugo de sandías
y palpamos sus barrigas
en busca de alienígenas
ángeles
o duendes de la selva copiapina
Tantas veces mi tata elevándome a las estrellas
oteando máquinas de hierro en el horizonte
cruzando las puertas de la noche
viajando desde el azul hasta mi alegría
Justo en el arcoiris existe otro Copiapó
Uno en ruta de estrellas
Lo habitan mineros y cortesanas
Barberos de afiladas navajas
maestros normalistas
bicicletas de oro
Hembras que cultivan la tierra
En ese paraíso abundan tréboles que sonríen
Membrillos y maíz de ancestros
Aquellos héroes con sus balas de plata
Periodistas embriagados de futuro
colegiales que aún leen
y poetas horadados por el verbo