1 de febrero de 2008

Volodia





Conocí la voz de Volodia a mediados de los 70 en la Radio Moscú.

Para mí, para Gonzalo niño, era como escuchar al Doctor Mortis y otros programas de terror que abundaban en el dial chileno, despertando imágenes de horror y muerte entre niños y dueñas de casa.

Trágicamente, la oratoria de Volodia provocaba el mismo terror, pero en base a hechos reales.

Sin embargo, tenía el don, la humanidad y la maestría de dejar siempre una rendija de luz en medio de la noche. Nos provocaba una sonrisa o un sentimiento de optimismo en medio del toque de queda, la tortura o el exilio.

Me gustó mucho leer las biografías que escribió sobre Mistral, Huidobro y Neruda, redactadas bajo el sistema de fichas, como si fueran un manual de derecho, su primera disciplina

Lo ví en persona la mañana que se inauguró el monumento a Salvador Allende y saltó la reja que separaba a los invitados espaciales del resto de la gente, para unirse a los suyos, al pueblo.

Recuerdo las tardes en que Lucy le visitaba para ayudarle a ordenar sus libros y extraer de su alma, un poco de su mirada, de su saber.

Ahora que ha muerto: pienso en su capacidad de desafiar a la muerte; en los crímenes y las flores que encontró en su camino; en la publicidad que se ha dado a sus secretos de familia; y en el poema que Jorge Tellier dedicó a su padre.


RETRATO DE MI PADRE, MILITANTE COMUNISTA

En las tardes de invierno
cuando un sol equivocado busca a tientas
los aromos de primaveras perdidas
va mi padre en su Dodge 30
por los caminos ripiados de la Frontera
hacia aldeas que parecen guijarros o perdices echadas.

O llega a través de barriales
a las reducciones de sus amigos mapuches
cuyas tierras se achican día a día,
para hablarles del tiempo en que la tierra
se multiplicará como los panes y los peces
y será de verdad para todos.

Desde hace treinta años
grita "Viva la Reforma Agraria"
o canta "La Internacional"
con su voz desafinada
en planicies barridas por el puelche,
en sindicatos o locales clandestinos,
rodeado de campesinos y obreros,
maestros primarios y estudiantes,
apenas un puñado de semillas
para que crezcan los árboles de mundos nuevos.

Honrado como una manta de Castilla
lo recuerdo defendiendo al Partido y a la Revolución
sin esperar ninguna recompensa
así como Eddie Polo -su héroe de infancia-
luchaba por Perla White.

Porque su esperanza ha sido hermosa
como ciruelos florecidos para siempre
a orillas de un camino,
pido que llegue a vivir en el tiempo
que siempre ha esperado,
cuando las calles cambien de nombre
y se llamen Luis Emilio Recabarren o Elías Lafferte
(a quien conoció una lluviosa mañana de 1931 en Temuco,
cuando al Partido sólo entraban los héroes).

Que pueda cuidar siempre
los patos y las gallinas,
y vea crecer los manzanos
que ha destinado a sus nietos.

Que siga por muchos años
cantando la Marsellesa el 14 de julio
en homenaje a sus padres que llegaron de Burdeos.

Que sus días lleguen a ser tranquilos
como una laguna cuando no hay viento,
y se pueda reunir siempre con sus amigos
de cuyas bromas se ríe más que nadie,
a jugar tejo, y comer asado al palo
en el silencio interminable de los campos.

En las tardes de invierno
cuando un sol convaleciente
se asoma entre el humo de la ciudad
veo a mi padre que va por los caminos ripiados de la Frontera
a hablar de la Revolución y el paraíso sobre la tierra
en pueblos que parecen guijarros o perdices echadas.

5 comentarios:

PAZ TRAVERSO dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
PAZ TRAVERSO dijo...

Sabes es que me dio risa esto de Volodia y el Dr Mortis!!!! si en realidad hablaban igualitoooooooo!!!
In memorian de una parte social y cultural de nuestra memoria colectiva que parte !!!
Gracias Gonzalo .
Besos para ti

May@ dijo...

Ayer mientras volaba, leí que había sido internado. Hoy, en tierra firma me cuentas que el mundo se ha vuelto más pobre.

Se ha apagado una gran vida.

Manuel dijo...

Qué belleza los versos de Teillier para coronar una vida igual de bella, homenajeada en su silencio final. Conocí a Volodia cuando lo homenajearon como hijo ilustre de Valparaíso en una ceremonia del Duoc. Aprovechándome del micrófono, llegué a él.. conversamos unos 10 minutos sobre su vida, me contó anécdotas e historias, con la voz entrecortada por el cansancio y las interrupciones de una enfermera (o nieta -no supe quién era) que me pedía no forzarlo demasiado. Pero era inevitable no querer sumergirse en sus descubrimientos, sus transcursos, caminos, verdades y delirios... me despidió con toda amabilidad. Recuerdo aún su mirada senil y una sonrisa leve.. en el momento pensé "entrevisté a uno de los grandes, recordaré esto cuando muera"... Acá estoy contándolo. Gracias por la invitación a las lentejas, Gonzalo.. dame las coordenadas.

Lila Magritte dijo...

Gran personaje Volodia. Lo conocí y éramos además casi vecinos en una época. Y lo escuché tantas noches, de esas temibles oscuras, en estado de sitio cuando hablaba desde la radio Moscú.
Así como es parte de nuestras vidas es ya parte de la historia política y literaria de este país del cual se retira en dignidad y con las manos limpias.

Abrazos, Gonzalo.

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