Aprendo a disfrutar los silencios
Recibo caricias de la aurora
Subo los peldaños del viento
Inscribo mi campana en la luz
Aprendo a disfrutar los silencios
Recibo caricias de la aurora
Subo los peldaños del viento
Inscribo mi campana en la luz
En aquellos tiempos celestes
“Placeres” estaba suspendido sobre las
nubes
Poseíamos
un bosque en Cabritería
Había
rastros de sangre en la ruta de Portales
y un
palacio de luz gobernaba sobre el océano
33 era el
número de nuestra escuela
y allí
enseñó el libro azul de la primavera
nuestro genio
protector:
Pedro
Espinoza
Carvajal [1]
Con él la
escuela fue centro de aventuras
De su
bolsillo adquiría libros
Motivaba a
recorrer el alma de los pueblos
Nos hacía
palpar la libertad
Chile se
sembraba de futuro
Anotaba logos,
tropiezos, silencios
Veía en
cada alumno el universo
Nos trató
con dulzura
Fue
Prometeo regalando su fuego
Con sus
manos construyó escenarios
y seres de
tela que otros llaman “títeres”
Nos enseñó
a crearlos con globos
y un
pegamento de leche y lluvia
Recuerdo que
mi espíritu habitaba en el Lobo
El bosque
era mi hogar
Con su
ayuda construí mi propia “Comedia”
Aquel fue
mi primer trabajo sobre la tierra
Así
alegramos cumpleaños con héroes de tela
y
festejamos al viento
que reinaba
en las calles de Placeres
Los
domingos
desde el
emporio de mi padre[2]
caminaba hacia
el Cine Carrera
Allí el
maestro proyectaba el Gran Arte
Nos hablaba
del hombre ascendiendo a la Luna
Aquellos
viajes interiores de Bergman
Profecías
de Platón en su Caverna
Nunca el
maestro habló de elecciones
candidatos o
partidos
pero forjar
la libertad fue suficiente
no había
espacio para su luz
en la
escuela de septiembre
pero siguió
enseñando desde lejos
con sus
consejos y sus aplausos:
¡podrías ir
más allá con tus sueños!
¡bravo por
el trabajo bien hecho!
¡Lo anotaré
en tu hoja de vida!
¡Estoy
orgulloso de tu esfuerzo!
Hace pocos años se disolvió en la luz
Reside
ahora en la poesía
Escuelas
que construye nuestro pueblo
Nuestro
viejo Placeres
que sigue
volando sobre el tiempo
[1] Profesor normalista, galardonado en 1963 con el premio
Alfredo Nazar Feres
por la Municipalidad de Valparaíso. Recordado maestro en la escuela “República
del Paraguay” y en el Liceo del Cerro Placeres de Valparaíso.
[2] El poema está construido sobre
los recuerdos de Patricio González, editor de libros.
Analía ha sembrado un bosque de acero
da vida al pantano y sus flores
hace cantar a las aves
menciona el agua que derraman los cielos
cae infinita y perfecta
sobre el piano que abraza en silencio
Me agrada el pueblo de los pares
Su bandera izada en el binario
Su estrella de ocho puntas
Los cuatro valles de su kultrún
Celebro que sepas abrazarme
Nacer en mi boca
Perdonar la cal que cubre mi tumba
Cruzar el ramaje que oculta mis estrellas
Saldré a enseñar mis poemas
Serán higos frescos en ramas del desierto
Mi alma en el viento
La campana azul de Temuco
Estoy a dos kilómetros de la lluvia
Mientras Isidora busca refugio de la tempestad
Llueven cabarets y montes de piedra
Vuelan cartas y reclamos
Una medalla para la fósforo
El alma vuelve a vestir su libertad
El alma no viste pantalones ni falda
El alma viste libertad
Quieres encerrarla y no es posible
porque fluye en sueños
rompe tumbas
vuelve una y otra vez a cantar
Fabián me hace pensar en campanas que tañen el silencio.
Estrellas oscuras.
Vibraciones que no empujan el viento ni extienden sus círculos en el agua.
Existo en la Asamblea eterna de Lessing
Perdura mi luz en calle Camila
Allí animo artistas
Enseño puertas a valles etéreos
y extiendo el plano axial de la belleza
Tempestad y viento me respetan
Recuerdan estrellas que arranqué de sus olas
Me llaman capitán, ser de paz
Luz al servicio de los hombres
Otros me llaman “empresario”
Hugonote
Seguidor de Cristo
Hombre de bondad
Masón en las tres esquinas del silencio
Mas solo fui lo que fui
Digno enamorado de Camila
Padre de Georg
Descendiente de un Maestro del Arte
Iniciado entre columnas de Germania (1873)
Secretario del velero Lessing
Impulsor del Bote Salvavidas
Alma que buscó cumplir las escrituras
He sentido tu amor en un picante de camarones
Larga vida a los sabores del Rimac
Poema del ají
Crema descansando en el fuego
Nueces en la sombra
Tomates regalando sus sabores
Carola baila y la tierra danza con ella
Taconea el Sur y siete formas del sol
Las palabras aplauden
Nuestras sombras de Recreo
escalan hasta el tablado
y con tacos de acero y mantones de seda
forjan en el flamenco su metal interior
Ellas taconean y la noche se ha tornado aurora
Aves migratorias irrumpen y también danzan
Formar círculos y líneas
Llevan peinetas en sus crestas
Irradian su magia andaluz
Cony baila y percibe los tacos de su hija
Claudia gira sobre los techos
trepa los cielos del barrio
cruza océanos y siglos
descansa al llegar al Guadalquivir
Amor como primer eslabón de la justicia
Antes que la razón y el compás
Antes que la igualdad
y el nivel que la convoca
No ingresaré a la sombra
No beberé en las aguas del odio
No alzaré mi casa en Dite
Ni mataré de hambre a los niños de Gaza
Busco en mi alma la danza
Mis antiguos zapatos saltarines
Esos de otras vidas
Cuando caminaba entre nubes
y bebía el aire que precede al rocío
Lo que falta en el azul es el sol
Aquella luz que viaja en el fono
esa risa cantante de estrellas
la palabra que nace en tu boca
Amo el descenso cordial de la luz
Su constante hambre de luz
Su música silente
El rol de las flores en su presencia
Viene nuestro pueblo a cantar
Festeja sus coros y sus pianos
La luz de sus templos
Estos muros que cantan
Nuestro año en los brazos del siglo