A veces soy espíritu
y corro por encima de las notas musicales
más liviano que la luz
y gigante como un río que inunda el silencio
A veces soy espíritu
y corro por encima de las notas musicales
más liviano que la luz
y gigante como un río que inunda el silencio
Sala Gabriela Mistral
Vine hace veinte años
y vi a un anciano llorando
mientras leía absorto
Poemas para reinas de otras primaveras
Ahora estoy aquí con mi hija
Encuentro a cien personas
navegando intersticios de la red
más tres insólitos que aún leen textos de papel
Tal vez un castigo o una pasión
Atmósfera de luz en esta sala
Historia que cruza la Alameda
Isidora se introduce en las obras
Observa rostros escondidos
Examina huellas de pinceles
Lo hace desde su propia inclinación por la belleza
Casi ignorando las grandes firmas
Maravillada por tanta destreza
Atenta al gesto del creador
Isidora pasó largos minutos observando fotos de presidentes
Comió con lento deleite su pastel de choclo
Bebió limonada de las antiguas
Probó de mi trucha
Lamentó la ausencia de los huevos chimbos
No te alimentes de primavera
No quites la paz al silencio
Jamás inventes lo sagrado
Jamás regreses a mi pena
Pero pasa de cuando en vez
por septiembre
Levanta nuestra paz de su asiento
Razona antes de creer
Jamás te ausentes de mis recuerdos
La hoguera está encendida
y estoy a punto de saltar sobre el fuego
Noche de San Juan en Recreo
e Isidora interviene
No quiso arriesgar a su papá
en aquella hoguera de invierno
La niña nació después de mi caminata sobre el fuego
Lleva palmos de luz en el alma
Aguas del Alto Bio Bío
Un gran luna en los cielos
En mi alma hay madera de bosques
copihues
kultrún de la machi
Agua sagrada de montaña
Por eso lloro cuando amanece
Cuando me envuelve la noche estrellada
O retornan los cantos sagrados
Año nuevo de la tierra
Puerta inmemorial de la luz
Humareda, radial, frágil
Tardanza, plomada, brinco
Nombre, peldaño, robot
Higo, telar, otoño
Sombrilla, marcial, césped
Penumbra, telar, origen
Rumbo, morada, zanjón
Martín fue
alumno de Alfonso Calderón
Hijo de la
Escuela Normal Abelardo Núñez[1]
y nieto del
bachicha de la boina
profesor
del pueblo: Ángel Amigo
Su alma
sobrevivió para contar
Desde su
celda
un
detective lo dejó partir por su rostro de niño
y fue
zafando de cada allanamiento
cada casa
compartida con los suyos
la
misteriosa muerte de su hermano en Antofagasta
En aquella
selva oscura/Martín tomó registro de las vivencias/Poderosa astucia del que
escapa
Lápiz bic
como arma de guerra
Al
conocerlo comprendías/Su cuerpo era resplandor de emociones/Cierto fuego del
Elqui
Voz
profunda de nuestro pueblo
El fuego de
humanidad
es gigante
en el corazón de los delfines[1]
triunfa
como primavera en el silencio
tiene la
estatura de sus sueños
es tormenta
del espíritu/pura e infinita juventud
Ornella lo
aprendió en su hogar de libertades
Desde allí
partió a rescatar perseguidos
Mutó en
exilios las cadenas
Fue emblema
de esperanza
Orgullo de los justos
Bendito Comité Pro Paz
Haroldo,
joven juez en lo penal
caminó
siete cuadras hasta el Centro de Tortura
y golpeando
las puertas del infierno
pidió el
cuerpo del prisionero
amparó la
dignidad de Chile
honró la
fuerza de nuestra luz
Atiende Gonzalo a la labor del silencio
Al prodigioso hacer de las estrellas
Al mínimo azul con que paga la ternura
A la nube que se filtra en tus sueños
Perfora Gonzalo los límites del cielo
La fecha en el portal de los siglos
Aquellos cuerpos de gigantes
La masa que golpea al infinito
La muerte tararea en cada esquina
Por eso sigo el camino de la aurora
Mi linterna es la intuición
¿Qué canta ahora esa tristeza?
¿Por qué se filtra en mi carne?
¿Acaso se aloja en mis silencios?
Andrés
lleva sobre sus hombros
triunfos y
tumbas de Chile
silencios
que gritan en Quillota
su exilio
entre el cielo y la pampa
Aprendió a
escuchar para explorar el alma
Viajar en
el tiempo
Ensayar su
alquimia en los recuerdos
Encender su
lámpara en la infancia
La muerte
bombardea a sus costados
y sale
intacto
sobrevive a
envidias y tristezas
lo purifica
el fuego
es vasto y
robusto su arte
Nuestro
hermano fue educado
en la
pedagogía del amor
Allí cerca
del Ascensor Lecheros
junto al
rostro y luz de Valparaíso
calle
Eduardo Jenner
en
laberintos de su luz
Deber,
honor y unión
quedó escrito
en su pecho
Arte de
sanar
le
inculcaron nuestros padres
Ser justo y
leal
fue su sello
la Asamblea de este pueblo
Superintendente,
gobernador, doctor
Así lo llama
nuestra Patria
En nuestra casa:
simplemente “querido hermano”
Siempre
sereno e inteligente
Humilde en
su estatura de gigante
Alma al
servicio del bien
El solsticio me llama a los bosques
Enciende sus fogatas de invierno
Abre sus portales de invierno
Muestra los rostros de Juan
Silvana tiene modales de ángel
Acepta el poema de la tierra
Es laica como el agua
Le da permiso a su dulzura
Acoge con un beso en la frente
Bajo nuestro cielo
Ella atiende moribundos
Crece en el caudal de sus miradas
Irradia ternura
Se sienta en tabúes
Recibe luz del que padece
Desciende a la raíz de la pena
Es feliz
La alimenta lo humano
Hizo un jardín con el amor de sus padres
Estudia técnica y arte
Cultiva emociones
Instala espacios del espíritu
Crece en el andar de su hijo
Conoce rostros del invierno
La anhela el que sufre
Lleva el océano en su mirar
Aprendo a disfrutar los silencios
Recibo caricias de la aurora
Subo los peldaños del viento
Inscribo mi campana en la luz
En aquellos tiempos celestes
“Placeres” estaba suspendido sobre las
nubes
Poseíamos
un bosque en Cabritería
Había
rastros de sangre en la ruta de Portales
y un
palacio de luz gobernaba sobre el océano
33 era el
número de nuestra escuela
y allí
enseñó el libro azul de la primavera
nuestro genio
protector:
Pedro
Espinoza
Carvajal [1]
Con él la
escuela fue centro de aventuras
De su
bolsillo adquiría libros
Motivaba a
recorrer el alma de los pueblos
Nos hacía
palpar la libertad
Chile se
sembraba de futuro
Anotaba logos,
tropiezos, silencios
Veía en
cada alumno el universo
Nos trató
con dulzura
Fue
Prometeo regalando su fuego
Con sus
manos construyó escenarios
y seres de
tela que otros llaman “títeres”
Nos enseñó
a crearlos con globos
y un
pegamento de leche y lluvia
Recuerdo que
mi espíritu habitaba en el Lobo
El bosque
era mi hogar
Con su
ayuda construí mi propia “Comedia”
Aquel fue
mi primer trabajo sobre la tierra
Así
alegramos cumpleaños con héroes de tela
y
festejamos al viento
que reinaba
en las calles de Placeres
Los
domingos
desde el
emporio de mi padre[2]
caminaba hacia
el Cine Carrera
Allí el
maestro proyectaba el Gran Arte
Nos hablaba
del hombre ascendiendo a la Luna
Aquellos
viajes interiores de Bergman
Profecías
de Platón en su Caverna
Nunca el
maestro habló de elecciones
candidatos o
partidos
pero forjar
la libertad fue suficiente
no había
espacio para su luz
en la
escuela de septiembre
pero siguió
enseñando desde lejos
con sus
consejos y sus aplausos:
¡podrías ir
más allá con tus sueños!
¡bravo por
el trabajo bien hecho!
¡Lo anotaré
en tu hoja de vida!
¡Estoy
orgulloso de tu esfuerzo!
Hace pocos años se disolvió en la luz
Reside
ahora en la poesía
Escuelas
que construye nuestro pueblo
Nuestro
viejo Placeres
que sigue
volando sobre el tiempo
[1] Profesor normalista, galardonado en 1963 con el premio
Alfredo Nazar Feres
por la Municipalidad de Valparaíso. Recordado maestro en la escuela “República
del Paraguay” y en el Liceo del Cerro Placeres de Valparaíso.
[2] El poema está construido sobre
los recuerdos de Patricio González, editor de libros.