20 de junio de 2010

mujer de trece dedos





humana como una palabra,

enfática, laberíntica,

ronca, próspera,

franca,

amiga del caldillo

y del café,

viajera, callejera,

bohemia, bailadora,

conversadora, sombría,

reluciente, enojosa,

anárquica, radiante,

cocinante, generosa,

gentil, tenaz,

burbujeante,

poderosa, sutil,

vestida de lila,

blanco y celeste,

feliz en los océanos

y en los cielos,

hombreriega los días viernes,

húmeda,

voraz de postres,

desnuda ante mis ojos,

psicóloga, profesora,

doctora, periodista,

poeta,

cantante en lengua mapuche,

arquitecta del barro y de la música,

maestra de luz,

mujer de trece dedos,

complicada de parejas e hijos,

humana hasta decir basta.



El siglo XX popularizó una nueva forma de ser mujer, no dócil, autónoma, propietaria de su cuerpo, rebelde y, por consiguiente, en pugna constante con las reglas que buscan gobernar lo público y lo íntimo.

Anne Sexton, poeta norteamericana, fue uno de los arquetipos de esta nueva mujer y lúcidamente se dibujó con doce dedos. Ahora yo agrego uno, en homenjae a aquellos tiempos en que el año tenía trece meses.

Una muestra de los poemas de Sexton en castellano está aquí.

Para alcanzar este registro, tomé prestado los rostros de las mujeres a las que quiero.

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