El niño fue enterrado vivo,
un cordón rojo lo ata a su pueblo,
la nieve ingresa a sus ojos,
su carne se inscribe en el hielo,
diluye su alma en el agua,
queda en los quipus sagrados,
memoria sumada a otros días,
horrible quejido del tiempo,
siglo solar de los incas,
precio feroz de las aguas,
sed incesante de fuego.
Este poema conversa con Cecilia Vicuña en:
Oir es el oro, Manquemilla, cóndor de oro
El glaciar es el origen de la palabra “cool ” y el primer “chill”, el hielo lento de una música interior que se muere si nadie la quiere oir.
Al romperse suelta un quejido, el lamento de una vaca
pariendo, vientre alveolar.
Vacío del respirar.
El mensajero de las aguas, el intermediario entre los mundos, el cóndor es el glaciar en extinción.
Los incas enterraron vivo al niño-cóndor, guardián del glaciar, al borde del nacimiento del río Mapocho, en el cerro del Plomo, para que nunca faltara el agua, en el valle que hoy llamamos “Santiago.”
Fué enterrado y olvidado durante 500 años, para luego ser hallado y arrancado de su sueño por buscadores de tesoros. Lo hallaron para deshallarlo convirtiéndolo en “objeto arqueológico.” Dijeron “es el culto de las alturas” y esa frase lo situó en el pasado. Lo llamaron “La Momia del Plomo”, y ese nombre lo apartó de la vida, pero el niño sigue dormido y su sueño revive cada vez que alguien siente su conexión con el agua.
Ahora el niño está volviendo a la conciencia nacional
en el momento en que los glaciares se derriten y corren peligro de ser vendidos, contaminados, perdidos. Re-aparece cuando Chile está a punto de escoger entre oir o no oir la música de una conexión con la tierra y el glaciar, el tono específico de un lugar.
Un lugar es un sonido, y una forma de oirlo.
Un tejido de interrelaciones, una interacción entre la gente y la tierra, el espacio del nombrar.
Cambiar el significado de un nombre cambia la historia.
En el Alto del Carmen, (alguien recuerda que “carmen” quiere decir “poesía”?) en el Valle del Huasco, la tierra de los antepasados de Gabriela Mistral, Chile está escogiendo un sentido. El “Alto del Carmen” podría ser el lugar donde Chile pone en alto su poesía, el sonido de sus aguas cristalinas, o podría ser e lugar donde se pone fin a la vida local, entregando los glaciares y las minas al poder neo-colonial. Hoy,
los pastores y campesinos huascoaltinos, descendientes de los diaguitas, son los representantes de la antigua visión del glaciar como el lugar sagrado que garantiza la vida. Pero, ¿oímos su voz? o nuestra propia voz interior? o la voz del sistema que dice:
“El dólar es lo que vale” “Ustedes, qué saben”. “Ahora nosotros somos los dueños de las minas y el cianuro es el nuevo guardián de las aguas”.
El agua es el oro
La sangre de la tierra
Oyéndonos.
Los hielos que se desplazan lentos, son el testimonio de la antigua relación de los pueblos originarios del sur andino con el agua, y el mantenimiento ritual de su fluidez, nuestro verdadero patrimonio cultural.
La herencia futurista de una manera de ser que sustenta la tierra y la vida humana a la vez.
En Australia, los pueblos originarios han recuperado la dignidad y la tierra a través de la poesía: manteniendo sus historias en la narrativa ritual del paisaje, su “songline”.
En Chile, el cóndor y el agua de las historias, la memoria de su pueblo son el “songline”, la línea de un canto que entra en la tierra fecundándola.
El quipu inasible de nuestra continuidad.
Notas:
Manquemilla: cóndor de oro (mapudungun)
“Cool” y “chill”: frío, (inglés) derivado del Latín gelu
“Songline”: laslíneas del canto, o las huellas del sueño que crean el mundo, traducción al inglés del concepto aborigen australiano creada por Bruce Chatwin.
En la imagen “Quipus de Sangre”, de Cecilia Vicuña, proveniente de http://ceciliavicuna.org