4 de marzo de 2015

Mujer de senos ámbar


Aquí estás.
Recién te abrazo y ya comienzo a extrañarte.
Ya vivo en la  hondura de tu ausencia.
En el placer intenso de tu sonrisa.
El buen decir de tus labios.
El simple acontecer de tu mirada.


Este texto conversa con una poeta ecuatoriana que admiro, Aleyda Quevedo  Rojas, en:

Hondo muy hondoMe afeito la cabeza
y empiezan las preguntas
sobre lo que dejamos de hacer

La alfombra verde que se hace hierba
cuando la pisas y se extiende como m
ancha de insectos sobre mis manos
aún permanece en la sala de televisión

Un presentimiento puro
sale de mí
Las preguntas cubren mi cabeza afeitada

¿Quién soy?

¿Quién soy?
Tal vez la mujer senos de ámbar
y pies helados que escribe versos
para reconfortarse
Más la poesía
solo logra descarrilarme
Como el tren rojo que soy
Ese tren que se abre paso
entre las montañas puntiagudas
y difíciles de algún país
Ese tren que nunca llega
a ninguna estación de humo
Esta mujer que emana voces
Trenes y más trenes que me esperan
Versos para sobrevivir
¿Quién soy?
Quizá este cuerpo encendido
que aún guarda tus huellas en los pliegues.

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