Escuché los latidos de Mahler (1)
Música del hombre
Nuestro camino en el bosque
Dante al pie de la Montaña
(1) Segundo Movimiento de Titán
Escuché los latidos de Mahler (1)
Música del hombre
Nuestro camino en el bosque
Dante al pie de la Montaña
(1) Segundo Movimiento de Titán
Soy el cielo que responde
Estrella que mira
Forajido
Espuma
El otro que viene a abrazarme
Jorge que ha sembrado
en nuestro jardín la ginkgo biloba, el sagrado
canelo y el rosal eterno, nos
enseñó una nueva forma de acceder a la naturaleza, sin juzgarla, disfrutando el
canto de los pájaros, respirando las mil partículas que lleva y trae la brisa,
abrazado con cariño a nuestro hermano roble, al sauce y la tan querida palma chilena.
Se trata de los “Baños
de Bosque”, técnica originaria de Japón que ahora florece en nuestra comunidad
y comienza a ser prescrita por médicos y psicólogos.
El Gran Salón de la
Casa Masónica viñamarina, cumpliendo instrucciones precisas del Gran Maestro, se llenó con seres sedientes de bosque que acudieron
a este llamado de la foresta, aquella que aún pervive en la raíz de nuestra
existencia y que siempre ha respirado en nuestra alma. Entre ellos, numerosos
alumnos del Liceo Bicentenario de Viña del Mar.
El evento fue
organizado por la Cámara Cultural Oscar Farías Urzúa, de Viña del Mar.
Ella escribe en mis manos
Acaricia la razón de mi cabeza
La piel que antecede a mis preguntas
El tiempo que hace eterna esta alegría
Columna vertebral
El gélido paso de la serpiente
Cierto corcoveo de olas
Peso de estrellas
Mi alma estirando esos huesos
Gonzalo
No dejes de jugar a los bomberos
Ni olvides besar con alegría
No escapes llorando de los cines
Junto a colinas de “El Salto”
Vi a mi hermano rescatando niños
No eran pobres, mas les faltaba alegría
Cercanía de sus padres
Prudencia que implica experiencia
Templanza que impulsa el cariño
Nuestro Hermano
supo hablar del vagabundo
Abrazar su
humanidad
Sacarlos de la
sombra
Reconocer en
ellos la luz
Escuchar lo que
dice de Alfonso y Eva “la gente”
Llamarlos con
justicia “nuestro pueblo”
“Mis hermanos”
Presencia de
Lear en la tormenta
En templos de Chile
Vi a Nelson enseñando pulcritud
Vajes reales que emprende el aprendiz
Hábito esencial del respeto
Nuestro repertorio de símbolos
Sello y palabra del Maestro
En cada peldaño
Su mano ha evitado mil caídas
y con elegante insistencia
promueve belleza/ altruismo
Aquella fuerza de amor
que siempre surge en nuestro lazo
Supe que de niño
cultivó en su alma el don de perdonar
aprendió secretos de Valparaíso
caminó sobre mares bravíos
comprendió impaciencias del viento
y la violencia implacable del poderoso
Alumno y hermano
de René Flores Castillo
Dominó historia
y didáctica
Arte ancestral
de motivar
Reglas para
extender la conciencia
Unir tu mirada a
otras miradas
Nuestro juicio a
otros juicios
Mi verdad a
todas las verdades
Niña con el sol en su alma
Luz que ríe
Caricia de estrellas
Mi madre
Mi madre
Mi madre
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| Público en Viña del Mar |

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| Calos Salinas y Luis Ortega en Viña del Mar |
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| Marcela, Cristian y Gonzalo Villar |
Unidos en la Alta Luz. Así nos sentimos los que participamos en las presentaciones de “Recuerdo. Nuestra luz herida”, en Viña del Mar, Santiago y Valparaíso, los días 30 de agosto, 1 y 6 de septiembre, respectivamente.
Como bien
dijo Manuel Romo Sánchez: la poesía de este libro sobre
Derechos Humanos logró transmutar la
oscuridad de tanto espanto y la tornó armonías luminosas, tan luminosas como
los proyectos de vida que fueron tronchados por la injusticia, las torturas, el
corvo, los yataganes y las balas.
Por medio
del arte logramos compartir con los
espíritus heroicos que habitaron y habitan nuestra tierra: José Miguel Carrera,
Lumi Videla, Luis Pardo Villalón, Alfonso Gamboa, Oscar Farías Urzúa, Luis Gastón Lobos
Barrientos, Salvador Allende, Hernán Henríquez y muchos más, cuyas semblanzas vuelan en las
páginas del libro.
Los
análisis de la obra corrieron a cargo de Marina Alvarado Cornejo, doctora en
literatura; Manuel Romo Sánchez, historiador; Nubia Becker Eguiluz, valerosa
sobreviviente de Villa Grimaldi; Alredo Silva Villarroel y Rodrigo Mendoza
Arancibia, autoridades masónicas de Valparaíso.
Las
presentaciones estuvieron iluminadas por la música de Oliver Colores, Benjamín
Ben-Azul, Fernando Ramírez, Fernando González e Isidora Villar Jacquin. En
Valparaíso nos conmovió la danza de Susana González.
Entre las
autoridades que realzaron las ceremonias,
observamos al Gran Maestro de la Gran Logia Mixta, los Delegados
Jurisdiccionales de Viña del Mar y Valparaíso de la Gran Logia de Chile, los
directivos de la Corporación Letras Laicas, representantes de los clanes; la
Delegada para Valparaíso del Gran Maestro de la Gran Logia Mixta y numerosos
Venerables Maestros y Ex Venerables Maestros.
En Viña
del Mar y Valparaíso, la presentación se realizó en el seno de una reunón blanca jurisdiccional,
remarcando así el Fuerte compromiso de la Francmasonería con los Derechos
Humanos.
Gonzalo
Villar Bordones, el autor, nos contó que está impactado por la multitud de
iniciados y familiares de iniciados,
heridos por la muerte y la tortura.
Asimismo,
sugirió que al llegar cada nueva primavera, los iniciados recordemos mediante
el arte a los héroes que han vitalizado con su luz nuestra tierra.
Viña del
Mar, 7 de septiembre de 2025
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| Nubia Becker Eguiluz y Gonzalo Villar |
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| Marina Alvarado |
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| Gonzalo Villar y Wenceslao Leiva, Gran Maestro de la Gran Logia de Chile |
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| Representante de la Logia Avance Victoria y Gonzalo Villar |
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| Isidora, hija de Gonzalo |
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| Manuel Romo Sánchez |
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| Gonzalo Villar en templo histórico de Valparaíso |
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| Gonzalo Villar, Oración de la Fraternidad |
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| Rodrigo Mendoza Arancibia |
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| Alfredo Silva Villarroel |
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| Templo de Valparaíso |
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| Domingo González, Gonzalo Villar, Roberto Aldana |
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| Gonzalo recitando |
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| Gonzalo Villar y Carlos Salinas |
Ellas danzan en "La Ola"
Rompen paredes interiores
Cantan para extinguir los patriarcas
El manoseo
La impronta que ampara al violador
Mi hija canta para premiar al mundo
Sonríe para extender la belleza
Sueña para crear el universo
El tiempo está desnudo en Reñaca
Aquí cantan las Gardenias
Hay cuecas y tonadas
Valsesitos que grita el cielo
Voces cargadas de fuego
Nuestra noche empezando su vuelo
No soy de barro
Soy el pulso y el libro de mi hija
Aquellos caminos que la llaman
El aire en que respira
El tiempo que cobija su andar
Con la amistad del sol
Celebramos a Chile en Valparaíso
Acudió el Aconcagua con su poncho albo
Nubia con su estrella tan alta
Osvaldo y la esfera azul de su conciencia
Danilo abrazando a su madre
Carlos S. tan cercano a su hijo
Abundancia de luz
Domo y terraza cantaron
Hubo bullas y poemas de pájaros
Nueve voces del vino
Cuerdas sagradas de Simón
Pascuala
Joyas que regala su alma
Vientos que forjan su abrazo
Con la amistad del sol
y el amplio poder de las empanadas
Celebramos nuestra tierra en Valparaíso
Chabuca y Violeta brindaron
Isidora jugó con mil discos
Carola buscó la proa del viento
Mi luz exploró el laberinto
Justo en el cielo: La Paty
Matriarca de lo humano
Pily serena en su alegría
Mujeres peinadas por la nieve
Mil muertes de Chile
Mil auroras que vuelven
Estaba Carlos, artista del espacio
Voz del metal entre maderas
Trazador de lo imposible
Hombre que repara el olvido
El año castiga al mes
91 baila con la tragedia nuestra
Nubia habla de cantoras porteñas
Hay temblor de música en la casa
Fernando ata y desata la historia
Mónica y Paula nos llenan de risa
Hay crepúsculo en los techos
Cierta urdidumbre de vida
Nunca dejo de ser
Soy firmamento y conciencia
Soy en el bosque y en la huerta
En mi hermano árbol
En la lluvia que cae sobre mi rostro
Soy el poema escrito por tus ojos
Tu carne y tu luz
Tu abrazo
El canto que escapa de tu cuerpo
En mi corazón: mercurio
Lo descarto
Envuelvo sus restos en la sombra
Lo observo retornar en el mar
Envenenar las tormentas
Agredir la ternura
Horadar la paz
Miro la arena y observo un corazón
La mitas de mi sandía
Una serpiente bordada
El alma de un Colibrí
Miro la arena y veo los trajes azules de la muerte
La hora del fin del mundo
Mi sombrero en Ucrania
El viento que sella las urnas
Busco ser otro Gonzalo
Tal vez uno con más ejercicios
De espalda más recta
Pero padre de la misma primavera
Carlos visita el Estadio Nacional
Abraza el poema de su padre
y el de tantos que allí sufrieron
Espíritus se acercan y saludan
Palpitan los silencios
Abre sus secretos la paz
Hay en el recinto un fluir de luz
Hilo de ternura que nos une
Música de esferas y astros
Duerme el tiempo sobre el cemento
Despierta en los cristales de septiembre
Mañana iré a Quillota
Hablará mi luz sobre Eduardo de la Barra
Voces y silencios de mi alma
Mis hermanos heridos por la muerte
Astros de bien que amparan mi andar
La letra azul con que escribe mi alma
Eduardo de la Barra Lastarria
Logias “Unión Fraternal” y “Deber
y Constancia”
De la Barra, Archivo
fotográfico, Sala Medina, Biblioteca Nacional
Eduardo de la Barra Lastarria
Romántico, ingeniero, radical
Presidió el Liceo de Valparaíso
y el gran Instituto de Rosario
Embajador en la llanura charrúa
Pionero en Escuela de Artesanos[1]
Columna en “Deber y Constancia”[2]
Maestro tutelar de Quillota[3]
Grado 33 desde muy antiguo[4]
Periodista y apóstol de
libertades
Irremediablemente poeta
Educador en ciencias exactas
física, métrica, matemáticas
Traductor y escritor
Acerado polemista
Prologuista de “Azul”
Amigo entrañable de Darío
Iniciado ante tres luces porteñas[5]
Refundó el Supremo Consejo [6]
Integró la Real Academia de la
Lengua
Reformó reglas que gobiernan los
acentos
Cuidó la Historia Natural[7]
Fue notable maestro de historia
Guerrillero en las fronteras del
lenguaje[8]
Esotérico y espiritista
En unión de Jacinto Chacón y
Arturo Prat
cruzó las fronteras de la muerte
conversó con héroes de antaño
familia al otro lado del Estigia
Bilbao derrotando el silencio
Perseguido tras Concón y Placilla
Un francmasón en sueño le
concedió refugio
Buenaventura Cádiz Patiño, de “Deber
y Constancia”[9]
Su hermano en jornadas de trueno
Su hermano en las cumbres del alba
En el saqueo de su casa
Perdió su amada biblioteca
Vivió su exilio en Argentina
Conservó serena templanza
Enseñó, pues lo exigía su sangre
Retornó para morir en su Patria
[1]
Fue educador en la Escuela de Artesanos Benjamín Franklin, dependiente del Club
de Estudiantes Liberales
[2]
Allí fue electo Venerable Maestro en 1870
[3] La
Logia “Eduardo de la Barra” alzó columnas en Quillota en 1929
[4]
1882
[5] Iniciado
en Unión Fraternal, probablemente a
mediados de la década de 1860
[6]
1897
[7]
Fundó el Museo de Historia Natural de Valparaíso en 1878
[8]
Polemizó arduamente con los educadores alemanes traídos por el gobierno de
Jorge Montt.
[9]
Futuro Gran Maestro de la Gran Logia de Chile
Ana María Puga Rojas
Ana María Puga Rojas, NN
Ana Amaría y Alejandro[1]
Buscan seguir una vida rutinaria
Se besan en los cines
Mudan pañales de su hijo
Lo retiran cada tarde desde el Jardín
Infantil
Ana María es hermana de Renato
Compañero en la Logia Abnegación
Es actriz
Trabaja sobre su luz
El infinito poema de su cuerpo
Aquel Teatro extenso llamado
Chile
Muchos años después
Álvaro, hijo de ambos
escribió con sus manos
en la ventana de occidente:
“Venían a Buscarme”
Documental de cine sobre sus
padres
Exterminio de la cúpula del MIR
Diciembre 3 de 1974
Avenida Pedro de Valdivia esquina
Andacollo
Allí estaba el Jardín pesquisado
por Osvaldo Romo
Allí la Dina los esperó para
acribillarlos
Extinguir su fuego
Destruir el poder de sus almas
Esa tarde nadie retiró a Álvaro
Una amiga de sus padres lo pasó
por la libreta
Lo envió al cuidado de un tío en
Europa
El niño de tres meses logró
crecer en libertad
El fuego no alcanzó a extinguirse
Mucho menos el poder de esas
almas
que iluminan briosas desde lo
alto
y repiten con su voz galáctica:
Aprender
Seguir amando
No rendirse
El 19 de mayo de 2015, la E. Corte
Suprema condenó como autores del crimen a Pedro Espinoza Bravo y Ricardo Lawrence
Mires a presidio de quince años y un día. A Eduardo Jaime Astorga lo sentención
en calidad de cómplice a 10 años y un día y como encubridor a Miguel Krassnoff
Martchenko, a 5 años y un día.
La señora Nubia Becker recuerda a Ana María como a una niña que compartía juegos con sus hijas entre el verde y azul de Valdivia.
[1]
Alejandro de la Barra, “Nano”, 24 años
en ese momento, alto dirigente del MIR, hijo de Pedro de la Barra, creador del
Teatro Experimental chileno.