En mi espíritu: Valparaíso
Nuestro cielo en manos del viento
Brasil, Avenida de Luz
Espacio Sagrado
Espacio de Allende
En mi espíritu: Valparaíso
Nuestro cielo en manos del viento
Brasil, Avenida de Luz
Espacio Sagrado
Espacio de Allende
Querida hermana
Llevas la verdad en tu cuerpo
Verbo y sangre de Chile
Talud de sombras
Intensa realidad del mal
Nuestra herida en el costado del tiempo
Hay crueldad eléctrica
Estás en sala de tormentos
Tu conciencia se defiende
Busca en el trueno a Osvaldo
Resiste para no quebrarse
Resiste para bienvivir
Resiste para ser la luz
Bendita hermana
Llevas sol y océano en tu cuerpo
Armonía del viento
Luna que nació en tu vientre
Esa estrella que cuida a nuestro pueblo
Hora eterna en que habita el corazón
Estás en la Patria Liberada
Hay parques y plazas con tu nombre
La paz crece desde tu fuerza
y en cada fulgor de alegría
respira aquel bosque de rosas
que ayer tan noche
que ayer tan muerte
sembraste en la raíz de nuestra aurora
Hoy canté para José Miguel y Salvador
Ambos me llamaron hermano
Con tibieza me abrazaron
Y en el lazo de Progreso
Fuimos uno con el sol
¿Aún no te atacan los bots del fascismo?
Algo debe estar haciendo mal
No figura tu conciencia en la primavera
Ni tu bandera de luz se alza orgullosa en la noche
Quizás escribir la palabra dignidad
O voces tan altivas como:
Humanidad
Huelga
Hermandad universal del trabajo
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| Humberto Molina Luco |
En esta tarde de
septiembre
Inundado de plena
fraternidad
Mientras el padre sol
acaricia mi rostro
Converso con nuestro
hermano Humberto
Su mirada de bien pesa
sobre mi alma
y mi abrazo traspasa
la sutil presencia de su luz
Humberto recibió Alta
Luz sobre el mosaico de Abnegación[1]
y en su alma fue duro
contendor de ambiciones
férreo defensor de la
paz
abogado enamorado de
lo justo
hermano del poderoso
del enfermo
del duro adversario en
la ciudad
y del que paga sus
crímenes en la cárcel
Muy pronto fue columna
en Aurora
Padre y abuelo
admirado
Alma del partido
radical
Socialista en la
pureza de sus actos
Honesto Intendente de
la Provincia
Conciencia impidiendo
represión
Garante de limpieza electoral
Humberto recibió
libertades en el Liceo de Valparaíso
Advirtió allí la ruta
del honor
La verdad como espada
de combate
Respeto al prójimo en
la base de su alma
Amor de Humanidad en
todos los rumbos
Rotario y scout como
escuela de vida
Maestro en el
Guillermo Rivera
Dirigente emérito del
basquetbol
Marido cariñoso de
Teresa Boye
Buscó albergue y
trabajo
a los desplazados de
la pampa
Lo hizo junto a la
madre de mi padre[2]
Primera iniciada de la
ciudad
Crisis de 1931
El hambre invade la
Patria
Tiempo de hacer y
compartir
Ensanchar Liga de
Estudiantes Pobres
Convertir Chile en
extensa faena de industrias
Escuela, Techo y
Democracia
Nuestro hermano nació
junto a las leyes laicas[3]
Fue abogado del Estado
Abrió el camino de la
costa
Amparó la cultura Rapa
Nui
Primer Vigilante en la
Gran Logia de Chile
Ejemplo de labor
intachable
Alta encarnación de virtud
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| Humberto Molina Luco |
En esta tarde de septiembre
Inundado de plena
fraternidad
Mientras el padre sol
acaricia mi rostro
Converso con nuestro
hermano Humberto
Su mirada de bien pesa
sobre mi alma
y mi abrazo traspasa
la sutil presencia de su luz
Me dice que leyó el
poema en que figura su sangre
y su palabra con trazos
de cielo
traspasa el laberinto
de mis silencios
Ambos amamos la verdad
Sabemos distinguir entre
detener y asesinar
Queda escrito entonces
en fibras del cielo
y en la memoria azul
de Juan Busos Marchant
Humberto recibió Alta
Luz sobre el mosaico de Abnegación[1]
y en su alma fue duro
contendor de ambiciones
férreo defensor de la paz
abogado enamorado de lo
justo
hermano del poderoso
del enfermo
del duro adversario en
la ciudad
y del que paga sus crímenes
en la cárcel
Heraldo muchas veces
ha sido primavera
Combatiente/Prisionero/Obrero
de Paz
Enojón un poco
Tejedor de auroras
Navegante hacia el
misterio de la Luz
Mi amigo eligió su
paz
Un hogar junto a las
olas
Su unión a los
Maestros del Sol
Fuego educador de
Humberto Molina Luco
Este ser de auroras
viene de respirar lo profano
Ambición que agrieta estos
templos
Cierto gigantismo del
ego
Grito y malletazo
entre hermanos
Heraldo muchas veces
ha sido primavera
Impulso y fuerza de la
acción
Alma electoral
Anfitrión de maestros uruguayos
Respaldo que espera el
sembrador
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| El equipo de Letras Laicas |
Ante la luz herida por la muerte, por Manuel Romo Sánchez
Deseo agradecer, en primer
lugar, que el QH Gonzalo Villar Bordones me haya designado como uno de los
presentadores de una de sus últimas joyas poéticas, cuyo solo título,
“Recuerdo. Nuestra luz herida”, convierte a la obra en un documento docente,
cargado de simbolismo iniciático.
La Masonería ha estado
tradicionalmente asociada a la belleza y a las artes. El propio libro de las
Constituciones, de 1723, dedica varias páginas a los himnos que se cantaban en
las distintas ceremonias y en los ágapes. Más aún, la historia de la Masonería
europea aporta nombres de excelsos poetas que formaron parte de las columnas
logiales, atraídos por los altos principios masónicos y por el clima de
fraternidad en que se desarrollaban nuestras actividades.
Las Logias chilenas también atrajeron a poetas, como
el joven y aguerrido Guillermo Blest Gana, quien, junto con cantarle al amor y
a la belleza, en 1858 organizaba movimientos revolucionarios en Valparaíso para
deponer el despotismo de gobiernos autoritarios.
Terminado el primer cuarto del siglo XX, llegó a
nuestras Logias en Santiago, vistiendo paramentos masónicos, el poeta Vicente
Huidobro, quien había sido iniciado y recibido sus grados de manos del QH
Oswald Wirth. Huidobro, como sabemos, creaba mundos, amaba en grado superlativo
y soñaba con cambios políticos que permitieran que los jóvenes dirigieran al
país.
Que la Masonería atrajese al QH Gonzalo Villar
Bordones, por lo tanto, constituye un hecho natural.
Hoy estamos ante un libro
conmovedor, no solo por la evocación de tanto sufrimiento, sino por la belleza
con que fue escrito en medio de la tragedia en la que necesariamente debió
sumergirse el poeta para sintonizar con ese nivel inhumano de violencia; con
ese derramamiento de la sangre de hermanos que, al igual que nosotros, amaban a
sus semejantes y soñaban con paraísos.
Un poeta es como un arpa
recién afinada, cuyas cuerdas reaccionan al contacto del viento, al roce del
pensamiento, al latir del corazón conmocionado. Imagino, entonces, cuántas
horas de dolor experimentó Gonzalo, cuántas lágrimas derramó en silencio,
mientras intentaba poner en palabras las emociones que le destrozaban el alma
al evocar aquellos años de violencia. Sin embargo, su voz de poeta y de
iniciado transmuta la oscuridad de ese espanto y la vuelve armonías luminosas,
tan luminosas como los proyectos de vida que fueron tronchados por la
injusticia, por las torturas, el corvo, los yataganes y las balas.
Debo agregar que la obra
del QH Gonzalo Villar no solo contribuye a poner tonalidades de belleza al
sacrificio de tantas almas, sino que, también, para permitirle rayos de sol a
la esperanza, pone al pie de cada poema, al pie de cada tragedia, a modo de
corolario, el resumen de la indagación judicial sobre cada caso y las
sentencias que aún cumplen muchos de los torturadores y criminales que asolaban
a Chile en esos días invernales para la patria.
Se constituye, de esta
manera, el libro del QH Gonzalo Villar en un documento histórico que
inmortaliza los nombres de los iniciados en los sublimes misterios de la Luz,
para que sean grabados en el panteón de los inmortales que soñaron con acacias,
mirtos y laureles.
Solo me resta felicitar a
mi hermano poeta y culminar mi intervención con una sola palabra: Recuerdo.
Muchas gracias.
Manuel Romo Sánchez
Santiago, 1° de septiembre de 2025
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| Nubia Becker |
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| Gonzalo recitando |
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| Nubia y Gonzalo |
Siempre seré hoy
Porque así aprendo a volar
Me quedo en el corazón de los abrazos
Los tramos que conducen al sol
Mi abrazo con Carlos Salazar
Apunto la mirada al silencio
Al espacio de lo nuestro
El ímpetu de la lluvia contra el cemento
Los trabajos del árbol por crecer
Los cuidados del sol hacia el bosque
Hoy daré cien abrazos
Antes y después del pijama
A la hora de almuerzo
Justo, tras la señal de la paz
No quepo en las horas
Ni siquiera en los años que me prestó el silencio
No quepo en el tiempo
Estoy acurrucado en la luz
Me espero a mi mismo y no llego
Estoy aún en un tren lejano
Mis alas están aún plegadas
Los patines duermen en mi bolso
Hugo Riveros Gómez
Hermano de Guillermo Riveros Gómez
Logia Aurora, Valparaíso
“Ya vendrá el día en que hablemos
de la luz”
Miguel Riveros Silva, su hijo
Rostros asesinos
dibujó en su alma
Intramuros del Cuartel
Borgoño
Aquella intensa
presencia del mal
El año y la hora degollando
al sol
Verano de 1981
Sobrevivió para
registrar las sombras
Volcarlas en cuadernos
de combate
Remitirlos a grupos de
resistencia exterior
Insistiendo en exponer
su vida
La amplitud de su espíritu
El poder intenso de su
luz
Descubierto en su
arte-coraje
En julio ocho
Volvió a ser
secuestrado
y lo arrastraron a la
montaña silente
para ocho veces
apuñalarlo en su centro
Aquel corazón de luz
El punto que esperaba
al compás
Hugo abrió los ojos en
la conciencia de su hijo
En la marcha recta de sus
hermanos
Vuelo eterno de su obra
Aquella plaza de Chile
que hoy luce el poder
de su nombre
Su energía impulsa
Escuelas de Arte
Se admira allí la
belleza de su gesto
Su poema del ser
Voluntad profunda de
tejer auroras
Talar cobardías
Abrir Alamedas
Gestar la patria de lo
humano
Triunfo del amor y la
luz
Acepto que mi alma figura en las estrellas
En este corazón de sangre
En el viaje sagrado del pensamiento
Carolita, me haces disfrutar la existencia
Persistir en lo humano
Los dominios de el espíritu
Aquel prodigio estelar
que otros llamamos conciencia
Gonzalo, busca la música en tu alma
Está vibrando desde siempre
Te conduce al cielo más alto
El plano del Amor y la Luz
Feliz día Gonzalo
Vas dando pasos en el camino
Siguiendo la ruta de tus ancestros
Creando y defendiendo la luz
En las cercanías de Alejandría
La ciudad va surgiendo desde el fondo del amar
Emerge el Almacén de la Lora
Las altas torres de la Aduana
Nuestra Fuente de Neptuno
Las del cementerio de disidentes