23 de abril de 2020

Los cuernos del caracol




Los cuernos del caracol
realmente tienen estilo
tienen pacto con el sol
son retráctiles como un pene
espejos de un Nissan
manos desnudas de un duende

Nadie pensaría que su dueño
se alimenta de mis parras
y se arrastra como serpiente
disfrazada de guijarro
o pequeño nudo de un árbol



Este texto conversa con la poeta norteamericana  Marianne Moore en el siguiente poema:




TO A SNAIL




If “compression is the first grace of style,”

you have it. Contractility is avirtue

as modesty is a virtue.

It is not the acquisition of any one thing

that is able to adorn,

or the incidental quality that occurs

as a concomitant of something well said,

that we value in style,

but the principle that is hid:

in the absence of feet, “a method of conclusions”;

“a knowledge of principles,”

in the curious phenomenon of your occipital horn.

A UN CARACOL



Si “la condensación es la principal gracia del estilo”,

tú la tienes. Lo contráctil es una virtud,

del mismo modo que lo es la modestia.

No es la adquisición de algunacosa

que sirva de adorno,

o la casual cualidad que acontece

en conjunción con algo bien dicho

lo que apreciamos en el estilo,

sino el principio oculto:

a falta de pies, “un método de conclusiones”;

“un conocimiento de los principios”

en el curioso fenómeno de tu cuerno occipital.




La imagen proviene de este sitio.

Quetzacóatl





Soñé con la serpiente emplumada
Ella tenía tu olor y tu rosa
Ocultaba su  luz bajo la hierba
mientras yo te cuidaba y seguía
como águila girando en lo puro



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Sabor a mora




Hoy mis palabras tienen sabor a mora.
Hablo y la gente me persigue con cucharas
para tomar mi voz y beberla
batida con yogur.

Otros toman los puntos de mis íes
y las incrustan como pequeños frutos
sobre sus helados de chirimoya.

Me gusta cuando las voces
más fuertes y robustas
son saboreadas como
eróticas varas de caramelo
por mujeres de labios rojos
y caderas asombrosas.

En cambio, temo a los hombres
que untan sus gruesos dedos
con aquellas palabras que duermen
o caen desaprensivas
en las manos equivocadas.

Masita, usted sabe





En mi barrio hay un sitio  especial
El fuego de lo humano
crece y nos llama
La cuarta muralla se rompe
El espíritu  extiende su escena

Llegue usted  con suerte
y lo abrazará el pueblo
cierta bailarina desnuda
nuestro  distinguido  bufón
Colombina y Truffaldino

A veces despierta el piano
Se acerca el rostro de Gladys
Toca un dúo de saxos
Un poeta borra el invierno

Llegue usted con suerte
Y la gente le hablará del Banquete
Recibirá besos en  servilletas
Bailará tango
y si tiene tiempo, conversará un café

Manuel





Manuel nació ayer

No habrá helicópteros sobre sus sueños

Se vestirá de mago en los estadios

Su alegría danzará en las escuelas

Aprenderá la música de los bosques

Hablará de estrellas

Fecundará la Tierra


Sus ojos buscarán el amanecer

Aprenderá de su pueblo

Conocerá desiertos.

Llenará su alma de mar



Tendrá montañas y bosques en su espíritu

Amará los domingos

Dará besos tiernos a su abuelos

Comerá choclos en días de sol



Manuel será un delfín chiquitito

Jugará con volantines en primavera

Anudará sus zapatos antes de ir al Colegio

Ignorará la muerte

Olvidará el temor.




Ayer, ocho de enero, nació Manuel, el primer hijo de Valentina y Daniel.

El mismo día, hace muchos  años, tres niños de Valparaíso esperábamos el nacimiento de un nuevo hermano.

Cuando mi padre tocó el timbre de nuestra antigua casa, salimos corriendo a preguntarle cuál era su sexo, cómo sonreía, cómo estaba nuestro cuarto hermano.

El niño había nacido muerto. Nunca tuvo nombre - Diego -nunca le miramos a los ojos, nunca nadamos junto a él en verano.

Siempre pienso en en mi madre cuando es un ocho de enero. Siempre le tengo temor a los nacimientos.








La imagen del bebé recién nacido proviene de esta página japonesa

Violación



Corre el animal tras su presa

ebrio de ansias primarias

armado con puñales de piedra

inmundo en su risa

grosero en sus deseos

iracundo, ponzoñoso

definitivamente humano.



Ella busca negrura del bosque

fulgor de las casas

refugio entre árboles

grieta sorpresiva

promisorio oleaje del río



La carrera es a pie descalzo

batalla entre ramajes

chivateos malignos

profuso llanto

espinas hiriendo las piernas

continua presencia del barro.



De pronto

largo salto sobre la víctima

golpe en la frente y en el estómago

ropas rajadas con rabia

mujer inconsciente sobre la tierra

derramada su alegría sobre la hierba

prohibido el futuro

quebrada la luz de su pureza.







Con Dafne, Leda y Europa hemos  abordado violaciones míticas,  sacralizadas por un régimen patriarcal triunfante.

En dichos mitos se intuye  que poetas varones intervinieron una antigua tradición femenina,  expresando este robo cultural  mediante el rapto y la violación.

Creo que es justo tratar ahora una violación en tono realista, con toda su cobardía, abuso y  desamor.



La imagen proviene de http://www.periodistadigital.com/

Calle 9

















La calle comienza en una parra que sostiene el cielo,
mientras la quebrada va dejando atrás  el siglo
y los  bungalows de  los pequeños burgueses
para adentrarse en el mundo de las flores,
nísperos, abejorros, nenúfares,
impecables ciruelas, azucarados damascos,
jaurías de perros, machos cabríos, cerdos gigantes,
pequeños puentes sobre el agua que aflora,
selva tupida y  profundamente  verde.

En pocas cuadras, el ejecutivo bancario
es reemplazado por el especialista en focos,
la costurera, el pequeño almacén, el dipsómano,
el cuidador de cabras  y el vendedor de drogas.

Los barrancos son atacados por múltiples escalas,
algunas  forjadas en húmedas piedras,
otras zigzagueando en jardineras
o apenas dibujadas sobre el suelo.

Cada casa tiene ocasión de amar el agua,
buscar refugio en las grietas del cerro,
escuchar al invierno en su camino al océano,
observar los barcos llenando las ventanas,
los feroces aguiluchos que gobiernan  el cielo,
la llamada del afilador de cuchillos,
el mensaje fecundo de la higuera.







La Calle Nueve , nace de Diego Portales en el centro del Barrio de Recreo y trepa por una quebrada hasta convertirse en arroyo y bosque.

Ayer la recorrimos con Isidora en busca de muros donde pintar nuestros sueños.

Las fotografías nacieron de mis propios ojos.

Johanna Haun

Emily Ratajowski, retratada en abc.es

En sus sueños hay gatos y libros
Felinos circuncisos
Recetas para seres refinados
Aguas mediterráneas
Viejos pupitres del Manuel de Salas.

Está también su hijo
Maridos
Cielo y luz de este puerto
Matanzas sobre el invierno
El ser y morir de la lluvia sobre la tierra.

La cola de Dan



Mi hermano hizo nudos con su cola.
Hombre de labios y sangre, mi bien.
Ser cargando su nombre.
Sol herido al nacer.

En el patio, su cola cortada.
Aún saltando en el césped.
Muda al narrar  su  tormenta.
Carne perdiendo su luz.


La fotografía proviene de este sitio.

Dsnuda en la cocina










Leibovitz







Desnuda




siempre vas desnuda en la cocina




persuadiéndome del orégano y el tomate




hablándome de mantequilla




habas de Pitágoras,




lúdico sentido de los puerros,




mi olor cuando nace el curanto




y tu cuelas el caldo.







Desnuda




siempre muerdes los tomates/




para provocarme




me obligas a cubrirte de oliva




buscar naranjas en tus labios




beber vino desde tu boca







Desnuda




mientras pienso el café de los sufis




lleno tu cuerpo de albahaca




planto fresas en tu ombligo




saco miel de tus pechos




busco granadas y moras




encuentro uvas y rojo maqui.

Eliana Abarzúa y El Principito





Hace cuarenta años, tuvimos una  buena  maestra de castellano.

En ciudad borrada por el olvido nos enseñó  a viajar con Antoine.

Francisco Gómez sirvió a una rosa en las estrellas.

Jorge González  fue el aviador.

¿Quién fue el zorro?

¿A dónde nos llevó  aquel  ritual?


En papel roneo, Eliana  Abarzúa  imprimió  el guión.

Cargó  allí auroras y secretos.

Aquella libertad de  niños.

Poder inmortal de la rosa.

Antoine   caído ante los nazis.

El rito como acto de  unión.


Recuerdo  que fui  hombre de negocios.

y apenas vi un número en el salario del hombre.

En mi locura creí poseer estrellas.

Torres de aire.

Grandes montañas sobre mi tumba.

¡ Que necio  fui !

Hubo luz en  mi espíritu y no supe ser libre.
Llegó aquella alegría y no quise abrazarla.


Francisco Gómez tuvo una  rosa en las estrellas

Jorge González fue el aviador.

La rosa sigue niña  entre los cielos.

La maestra enseña entre recuerdos.

Aquí agradezco su luz.

Pituca





Alta y pituca
noble  de sonrisas
celeste de caderas
libre en sus afectos
colorada de orgasmos
elegante en su pubis
insolente de labios
excitante al levantar su Luna
contener mi  sangre
revelar  su cuerpo.






La obra "Desnudo de rodillas", de 1897, pertenece a Toulouse Lautrec

Ocupación de Recreo



Foto de Gonzalo Villar en la Escuela de Arquitectura PUCV



Reclamo para mis torres y esdrújulas el territorio que va desde el Marga Marga hasta el secreto Estero Delicias, la bruma de las mañanas, las cotidianas bocinas de los barcos, la mirada de sus ninfas, el poder de sus flores, el agua derramada en sus quebradas.


Lo hago con la humildad calmada de la brisa, como si hoy estuviera diluido en tu taza de té, mirando tu rostro desde el nombre de un gato, erguido sobre el olor del pan tostado, colgado como ropa en tu ventana, volando como un águila entre los muros, mordiendo tu oreja al final de esta frase.


La hago para quedarme y desaparecer, volverme oleaje, vaciarme en el deseo de las novias, dividirme sobre manteles mosaicos, dejar mi rayo en las palabras, mi laberinto bajo el piso de tus sueños.

Muros que miran al Mar







Busco muros,


los pido como ventanas,


pozos que cruzan los años,


puertas de otros inviernos,


pizarras cargadas de flores,


ramas del árbol primero,


dedos del niño que crece,


huellas de luz en la paz.









Busco un horizonte perdido,


rostros simples del cemento,


páginas que miran el agua,


labios desnudos del alma,


pumas que lloran y mienten.






Busco entonces fragmentos,


trozos de otra palabra,


formas que superan al número,


raíces de otra esperanza,


frutos y espejos del tiempo.






Busco la lluvia que limpia,


insistentes bocinas de barcos,


balas en la ruta de Diego,


lápices en cuadernos de niños,


limones que crecen en el aire.






Busco puentes,


círculos sagrados,


naves del silencio,


zapatos de otras almas,


brazos del río interior.






En concreto,


pido muros y puertas,


cuerpos del espíritu,


océanos de viento,


lujuria de mirada,


ojos mirando desde la piedra.

Vencedora del destino






La niña


habla con su padre en la estación,


las máquinas respiran el fuego


y empujan el mundo hacia el sur,


llenando de vapor las mañanas,


moviendo la antigua esperanza.






En la escuela,


sus ojos buscan los libros,


caminan en cada palabra,


como si su alma pudiera desprenderse,


descender en letras y verbos,


existir en otros tiempos,


crecer en otros cuerpos,


definir otra magia y otro sueño.






Como brilla tu aurora en los campos,


mientras vuelcas tu sol en el mundo,


escuchas un relato sin dioses,


emprendes los ritos del hambre,


vuelas como un himno de furia,


caes en la noche y la nieve,


un extenso país en las nubes,


otras aulas, otros hierros,


otra puerta en la historia.






Y sin embargo, retornas,


buscas razón en el lodo,


música entre almas heridas,


labios formados de piedra,


extensas fronteras de olvido.






Regresas y cambias,


pasas de la tinta a las formas,


indagas la pura mirada,


el escorzo,


los viejos buriles,


las almas que gritan colores,


el peso del cielo en los rostros.






Aquí estás y no estás,


insistente en días perdidos,


simple de cariños,


limpia de agua y de vida.






Aquí abrazas y creces,


dejas lo pequeño y lo sucio,


derribas antiguas paredes,


liberas lo nuevo y lo eterno.


Aquí te pintas de verde,


inventas un río de fuerza,


reclamas la luz de la lluvia,


recoges al sol en tu cuerpo.


























Poema dedicado a Myriam Parra, quien aparece en la imagen junto a la admirable Roser Bru en su Galería "Casa Verde", de Recreo.






La foto proviene del Facebook de Myriam.

Para cuando cumplas 40





Leibovitz


Cuarenta inviernos han secado tu frente
y sigues tan niña como tus labios
engreída de tanta ternura
turbulenta
simpática en las mesas
en las nubes
en mi siesta.

Me encantas porque tienes la cabeza llena de imágenes
y enredas tu pelo en cada combate
en cada disparo
en cada momento.

Me gustas
porque crees en mis historias
lloras en los cines y tienes olor a pan

Cuando tú lloras, lloro yo también
cuando tu sonríes
se despliegan mariposas en mis ojos
y una brisa de mar
me envuelve de espuma
y de colores celestes

Cuarenta inviernos te han hecho
más bella, más dichosa,
más incierta.

Creado en tu interior

Ed van der  Elksen



Hermosa, quédate conmigo

Deja aquí mi olor, mi nombre, mi grito

No te saques este abrazo de estrellas

Mis manos que saben tus secretos

Mi cuerpo que es tu cuerpo también



Quédate y florece conmigo

Hereda el jardín que te ofrezco

Acepta tu corona de azahares

Nuestra boda sobre oleajes

La aurora que guardo junto al cepillo de dientes



Quédate y recibe mis ojos

Porque yo beberé tu chocolate caliente

Pensaré tu vestido de novia

Bailaré la noche en tus brazos

Dueño de otro



Nadie es dueño de otro
Que lo entienda la esposa del viento
Los padres del agua
El rey que  asfixia a su pueblo

Que lo entienda el hombre que acosa
Aquella que rompe las fotos
Ese que prohíbe rezar
Ese que impone oraciones

Maestra de Cocina







































Muchas veces me he enamorado de ti.
Lo hice al  robar  chocolate desde tus dedos.
Al morder tu oreja izquierda.
Trazar mi sendero en tu cuerpo.

En nuestra cocina gobierna la canela.
La murtilla. El licor de guindas
Los anchos picarones del invierno.
Tu aroma guiando mis besos.

Muchas veces me he enamorado de ti.
Lo hice al probar el sol en tus pechos.
Al recibir tu perfume de granadas
y  elegir mi lugar en tus sueños.

En nuestra cocina gobierna la canela.
El maíz muy fresco.
Zanahoria y manzana ralladas.
Tus ojos creando lo nuestro.

Me gustas porque eres dulce


Me gustas porque eres dulce,
hermosa como una boda,
insolente los días martes
y brava de cuando en vez.

Me gustas a pesar de tus certezas,
porque te enmierda la injusticia
y te sienta bien morder.

Me gustas porque eres libre y no tanto,
porque me agobia tu belleza
y me falta tu querer.

Llegué a tu casa
vestido de tumulto
y me fui quedando en tu mirada
y me fui embriagando en tu dolor.

No temas...
no soy un asaltante de tu cuerpo,
no quiero ser tu padre,
ni tu amante ni tu don.

No temas...
en los buenos días
sólo llego a ser un hombre.

No temas...
en los buenos días
pronunciar tu nombre
es un presente de Dios.

Y no te pido besos ni engaños
ni una cama doble en un motel lejano.

Sólo te pido los días que el viento no
perdona
y las tardes de lluvia que me duelen sin ti.
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