21 de octubre de 2011

Nuestra leche




La niña despertó en la buena hora del lucero,
desde su magia comenzó a llamar mis pezones,
ellos apenas retenían la leche
y pedían rebosantes la amistad de su boca.

Como un ángel te ajustaste a mi cuerpo
y sentí muchos espíritus formando nuestro círculo,
pequeña alegría de campanas,
estrellas abrazándose en mis sueños,
buena noticia de la aurora.


Este poema conversa con Satoko Tamura en:

Lactancia

Como te dio hambre,
te despertaste buscando el pezón;
como los pechos se llenaron,
se despertaron buscándote
y la madre en la cama
se levanta y te toma en sus brazos.

A la medianoche
una nieve de flores
firmemente abiertas
tus mejillas junto a mis pechos,
la blusa desabotonada,
están heladas, sufrientes,
los párpados bajos,
se han colmado de lágrimas
que iluminan como portátiles
lámparas de papel.

¿Huele a hierba la leche?
¿Te ha dejado satisfecho?
¿Flotas ya en el sueño?

Tu sueño nunca se caerá
porque lo sostengo
con brazos de madre.

Madre e hijo
nos calentamos con la frescura
y el calor de la vida
y vamos subrepticiamente
por las noches
en que vienen los diablos.


La fotografía proviene de http://www.elblogalternativo.com/

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