Reunión
Blanca R.:L.: Buenaventura Cádiz Patiño Nro. 188.
Valle de Viña del Mar.
Noviembre
2012.
La Francmasonería no es una
institución perfecta, entre otras causas - en lo que concierne a nuestra rama-
porque falta en ella el perfume, la mirada y la arraigada sabiduría de la
mujer.
Pero esta ausencia se refiere sólo a
vuestra exclusión de las tenidas rituales a raíz de antiguas costumbres
de género, tales como salir a cazar, conversar en el bosque o vivir en
comunidad monástica.
En cambio, en la iniciación
sustantiva, en la Francmasonería Espiritual, en la vida misma, nada es
concebible sin vuestra presencia: ni el latido de los corazones, ni el arte, ni
el amor, ni siquiera la existencia.
Es válido entonces lo que afirmó el
QH Mark Twain: Donde quiera que Eva estaba, allí era el Edén.
En efecto, la integración y
complicidad de lo femenino y lo viril da forma al universo y, con suerte, nos
llena de alegría en las relaciones de pareja. Y esta tarde tenemos matrimonios
que han celebrado 30,40 y 50 años de afecto compartido
En el plano simbólico la mayor
aproximación a lo femenino es el agua. Lo femenino invoca el océano, la lluvia,
la fecundidad. De allí que mujer y mamá se escriben con M, la letra con
forma de oleaje que lleva su corriente desde las primeras voces hasta
nuestro tiempo. Por lo mismo, los santuarios dedicados a las deidades femeninas
se encuentran junto a fuentes o ríos. Por lo mismo es que Venus nació
desde la espuma.
Mujer y Agua
Mójate, hazte eterna en la corriente,
radiante de
vida, invencible en tu alegría,
gozosa del instante,
implacable espíritu del agua.
Disfruta, como si arrancaras espinas
de tu alma y
nacieras del cielo en cada gota, en
cada grito de
espuma, cada trueno que pasa.
Elévate en ese gozo, para que vibre
tu cuerpo entre
los mares y beba el bosque tu
energía, tu sed de
siglos, tu invariable amor por el
agua.
Por demasiado tiempo hemos sido
pasivos ante los hábitos patriarcales de la sociedad en que estamos insertos.
Ello nos acostumbró a pensar en la mujer en base a su rol de madre, esposa o
hija, como si la mujer fuera un satélite del hombre, un ente que sólo existe en
función de él.
Hoy las cosas están cambiando y
debemos empujar al año y al mes para que la igualdad de géneros se profundice
aún más.
La mujer tiene derecho a gobernar su
propia vida, decidir sobre su cuerpo, sus estudios, su trabajo. Tiene derecho
a la igualdad en el trato que brinda el Estado y las Empresas, tiene
derecho a buscar la felicidad, sin conformarse con apoyar a sus parejas, sus
hijos, su familia. Tiene derecho a dejar
volar su pasión, como Carmen “La Habanera” de Sevillla.
Siguiendo a Anaís Nin, podemos decir
que ninguna mujer puede ser obligada a vivir en el mundo ordinario como una
mujer ordinaria o a establecer relaciones ordinarias. Una mujer tiene
derecho al éxtasis, aunque la llamen “neurótica” en el sentido de vivir en “su
mundo”, sin adaptarse a la mediocre realidad, sino que adaptándose si misma.
Vivir entonces, sin contraer
matrimonio con una casa, sin tornarse esclava de las compras, las tareas
infantiles, los extensos horarios de las fábricas. Ser, como dice Anne Sexton,
“una mujer de ésas”
De ésas
He salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello;
soñando el mal, he sobrevolado
las casas derrumbadas, de luz en luz:
pobre solitaria, con mis doce dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.
He encontrado las cuevas tibias del
bosque,
las he llenado de sartenes, arte, estantes,
armarios, sedas, incontables bienes;
he preparado la cena para los gusanos y los elfos:
llorando, aullando, ordenando lo que estaba mal.
A una mujer así no se la comprende.
Yo he sido de ésas.
He viajado en tu carro, compañero,
saludando
con los brazos desnudos a los pueblos que dejábamos atrás,
aprendiéndome las últimas rutas de la claridad, sobreviviente
allí donde tu fuego aún muerde mis muslos
y crujen mis costillas bajo la presión de tu cuerpo.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas.
Gonzalo Villar Bordones
Francmasón