Juan Colomer Viveros
Ex Venerable Maestro de la Logia Independencia
Los golpes del primer viaje ya no agrietan tu cuerpo
La piel del otoño ya no abriga tus huesos
y las pasiones que invaden la conciencia
ya no intentan una y otra vez
romper tu posición al orden
Te intuyo al otro lado de mi café
Quena[1]
está en tus brazos como regalo del silencio
Desde siempre fue pulso y fulgor de tu alma
Vencedora del tiempo
Hermana en nuestra Patria de Luz
En tu camino: al salvar a un hombre, salvaste al mundo entero[2]
Al reír, sembraste tu ternura en el viento
Al enseñar, colmaste de libertad los pilares de la historia[3]
Al construir, elevaste el templo que nos une
Al cantar, fuiste uno y mil con nuestro pueblo
¿Recuerdas?
Un hombre se desploma y cae al suelo
Tu manto tejido de misterios, lo recibe y lo protege
Cumpliste la misión del maestro
Virgilio en los senderos del infierno[4]
Había sal y sombra sobre la mesa
Ahora el Disco Solar resplandece
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