5 de julio de 2010

Sara y Ema




Nada tengo que perder,

dijo Sara,

cuando Ema rechazó su beso.

Hace años que no me siento esposa,

y ahora mi alegría nace de tus ojos,

de tu café mientras conversamos,

tu cabello rojo,

tus distintos aromas,

las emociones que colorean tu rostro,

las mañanas en pijamas,

los días que se pueblan con tu risa,

mujer niña, aventurera,

cálida, chascona, dichosa.


La amiga cedió

y ambas hicieron un rito de sus blusas,

llevaron aceites y flores,

sembraron alegría y música,

cosecharon susurros y vientos,

murmuraron, descubrieron,

aplaudieron,

sacaron chispas y luces,

permitieron el amor.




Hubo soles y tempestades esa tarde,

se cortaron los caminos,

cerraron las fábricas,

la tierra tuvo su fiesta,

los jardines volvieron a ser felices,

extensos, ajenos,

simplemente libres.







En la imagen, "A favorite custom", de Lawrence Alma Tadema.

1 comentario:

 Mayte dijo...

Siempre que vuelvo a disfrutar de tus letras, historias y vida un poquito de belleza y humanidad traspasa esta pantalla....gracias por eso.

Un besiño grande y buena semana ;)

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