23 de marzo de 2010

mujeres y hombres buenos




Voy con los números hacia mi cáliz,

nada es posible en este invierno,

nada que argumente sobre el buen Cristo

o madure lentamente bajo este débil sol.



Mis recetas están sobre los platos rojos;

mi fe crece con cada nuevo oleaje
,

aunque las hogueras busquen mi cuerpo,

derribando mi alegría, mi fuerza, mas no mi luz.


Vertiré en colores mi evangelio,

lo pondré en naipes de mesa,

aparentes canciones de amor,

simples poemas, gotas que hablan,

tiemblan y buscan el mar.





Este poema está inspirado en los "hombres buenos", llamados cátaros por sus adversarios, aquellos cristianos medievales que en Occcitania, el país de la trova, buscaban abandonar todo apego a lo material y fueron exterminados por la Cruzada Albigense y la Inquisición. Por lo mismo, estas letras también tocan los habitantes idealistas de nuestra tierra, los que piensan más en dar que en recibir.

Bajo las líneas se encuentran documentales que ilustran la historia de esta comunidad religiosa.

3 comentarios:

La Gata Coqueta dijo...

A pesar de los pesares por el tiempo que poseen estas palabras aún en día pueden ser usadas por la paz que transmiten.

Un abrazo y feliz semana.

Marí

José Antonio Fernández dijo...

Muy buen poema. El pensamiento de los cátaros me pilla muy cerca geográficamente. Es muy recomendable hacer la llamada Ruta de los Cátaros. Todo eso pertenece a una historia no tan lejana donde el uso de la hoguera era lo más suave y la fuerza moral y espiritual de la sociedad la regentaba la Iglesia Romana, en fin, como ahora.

esteban lob dijo...

Al final de cuentas, en todas las épocas y bajo distintas circunstancias, se necesita de hombres buenos.

Saludos.

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