10 de marzo de 2010

La Cómoda





Después del terremoto compré una cómoda de lingue,

manillas de bronce, cajoneras amplias, espejo de plata.


Hece cien años,

el mueble nació de la lluvia

en las regiones australes.

Carpinteros anarquistas

lo modelaron sobrio

cálido, limpiamente alegre.


Mis abuelos reflejaron

ese espacio y lo hicieron sagrado,

palparon esas tablas,

guardaron allí sus cartas,

sus mandiles, sus anillos,

los dibujos de mi padre.


De niño jugaba bajo sus maderas,

escondía juguetes en sus rincones,

olía sus fantasmas, lo creía una casa,

un castillo, una nave de mi alma.












En las imágenes, una Fraternidad de carpinteros parisinos frente a su Restaurant. Alguna vez lo visité y quedé admirado de sus tradiciones. Me habría gustado almorzar allí con mis abuelos.

3 comentarios:

Lala dijo...

El texto suena añejo
con solera
de talla melancólica
como si de sentimientos
estuviera hecha la madera.


Un saludo y gracias por tu visita


Lala



P.D. He estado leyendo tus textos después del terremoto...Son muy duros y conmovedores. Ha sido terrible, y lo será por mucho tiempo.

José Antonio Fernández dijo...

Un poema realmente bonito.
Ah, yo ahora estoy aprendiendo a crece sin Dios, aunque cuesta, se piensa que aún soy menor de edad.
un saludo.

Clarice Baricco dijo...

Melancolía al leerte.


Abrazos.

Powered By Blogger

años y años de blog!!!!