31 de mayo de 2012

Conversación sobre Ezra Pound



Eduardo Embry, me envía su poema casi culpable sobre Ezra Pound.
En realidad lo entiendo, porque acabo de visitar la Colonia Dignidad , que pese a estar liberada de sus nefastos jerarcas, aún destila la energía de lo malvado ocurrido en aquellas serranía y un aire militarista bajo el sello de decenas de reconocimientos de mandos castrenses  agradecidos por la colaboración de los colonos.

Mi comentario al trabajo embriano es el poema "La radio Poundiana"

Ahora es el tiempo de Ezra Pound

Ahora es tiempo de Ezra Pound,
el más grande de los poetas
del siglo XX y de los siglos venideros,
no por su tendencia fascista
¿quién soy yo para juzgar
a un Enza Pound señalándolo
con un dedo,
si bien mi cabeza dijera que no,
o que sí, dijera el corazón?
cada vez que muevo mi pluma,
es la mano de Ezra Pound
la que escribe en mis papeles,
cuánto me hubiese gustado a mí
traducir con firmeza
manuscritos chinos
del tiempo de la pólvora y de la cocoa,
poner en lugar de los jarrones griegos
los jarrones milenarios de
la gran Manchuria,
los ejércitos de terracota,
las delicadas acuarelas
de helechos y flores blancas
sería para mí un gusto grande
verlos que cuelgan de las paredes
de los bares que yo visito
y me embriago hasta la muerte;
para que los muchachos aprendan
las sabias doctrinas de Confucio,
al diablo con Aristóteles,
al diablo doblemente la democracia de Pericles,
y los aristócratas juegos del Olimpo;
no me vengan con esa antorcha
a contarme cuentos;
quiero escribir los primeros versos
como si los escribiera
un enfurecido mandarín de las luces,
para hablar de la elocuencia
en líneas ondulantes
como dibujos niños
que hablan
como el agua de los ríos;
es decir, poesía de las cosas
que se tocan con un dedo;
siguiendo la línea de Ezra Pound,
entierra de los años treinta,
cuando yo ni siquiera había nacido,
me hice creyente de su doctrina
del crédito social
que combate la usura de los bancos;
¿quién soy yo para condenar
a Ezra Pound de fascista?
en plena guerra
los americanos lo tomaron preso,
lo encerraron en una jaula,
en una jaula lo metieron
en un avión acorazado,
el acorazado sobrevoló la
gran estatua de la libertad
que está en la puerta de entrada a Nueva York,
enjaulado lo desembarcaron,
se lo llevaron a la capital de los Estados Unidos,
en un manicomio de Washington D.C.,
lo encerraron en una jaula por más de doce años
y cuando lo dejaron en libertad
escupiendo tierra sagrada, dijo a sus carceleros:
“en los Estados Unidos
están todos locos”
y se marchó,
para morir en Italia.



La radio Poundiana


Mi radio es un desastre
insiste en repetir discursos de Ezra Pound en italiano
-en realidad me gustaría escucharlos-
acerando los cañones de su Legión Azul
apuntando sus armas
a los genoveses de Valparaíso
comerciantes en diamantes
Lukas y Miguel Serrano
niños de Etiopía
60 Minutos
la invertebrada Diosa del río Hudson.

Mi radio es un desastre
parece enredada en la mente de Li Po
gobernada desde lejos
por un mago oscuro
pródiga en traducciones de Confucio
confesiones de Embry
seducido por el hechizo
la leyenda del joven americano en Inglaterra
más nazi que el anillo de Wallis Simpson
elocuente más allá de la razón.

La radio insiste:
qué importa la Escuela de Mecánica
y el Khmer Rouge.
Al final solo queda la música
el brillo de lo humano
las radiantes Walkirias de Wagner.

La radio insiste
y la apago con la mano de Beethoven
con La Tempestad
con Hamlet abrazando a su padre.


El retrato de Ezra Pound prisionero proviene de Wikipedia.

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