18 de abril de 2010

La Higuera




En la fiesta,

hablamos sobre secretos,

los universos,

los sagrados derechos femeninos,

los peligros del parto en la antigüedad,

los nuevos rumbos de mis amigas

y de la Tierra.


El futuro estaba en la puerta,

esperando sus órdenes,

nuestros sueños,

nuestro empuje,

los efectos de la buena educación.



El futuro llevaba los lentes de Spinoza,

los higos de Buda,

las palabras de Jesús hacia los árboles,

la risa de nuestros hijos,

los tejidos invisibles de los Sufis.


Abrí la puerta y lo abracé,

ambos teníamos el mismo porte

y los mismos ojos,

éramos el mismo ser,

el mismo árbol,

la misma sombra.




Poema dedicado a Anita Peña Saavedra, que se marcha a Honduras.

En la imagen, la higuera de Museo de Picasso en Málaga.

1 comentario:

Isabel Barceló Chico dijo...

Hermosísimo texto que me recuerda a las reuniones de la señora Imilce a la sombra de su higuera en el pequeño patio de su casa en Cartago. Sí, sin duda nuestra sangre y la sabia de los árboles pueden ser una misma cosa. Y el aire también. De ahí que una amiga que se va sea, también, una amiga que se queda. Un abrazo muy fuerte.

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